En el ámbito internacional, existen diversos modelos de participación ciudadana que pueden servir de referencia para Panamá. Algunos países, como Suiza y Uruguay, han implementado mecanismos de democracia directa, como el referéndum y la iniciativa popular, que permiten a los ciudadanos tomar decisiones directamente sobre asuntos de interés público. Otros países, como Canadá y España, han desarrollado sistemas de participación ciudadana a través de consejos consultivos y presupuestos participativos, que permiten a los ciudadanos influir en la elaboración de políticas públicas y en la asignación de recursos públicos.
En América Latina, algunos países han avanzado significativamente en la promoción de la participación ciudadana. Por ejemplo, Colombia ha implementado mecanismos de participación ciudadana en la gestión ambiental, como las audiencias públicas y las veedurías ciudadanas, que permiten a los ciudadanos supervisar el cumplimiento de las normas ambientales y denunciar irregularidades. Brasil ha desarrollado un sistema de consejos de políticas públicas, integrados por representantes de la sociedad civil y del gobierno, que tienen la función de asesorar al gobierno en la elaboración de políticas públicas en áreas como la salud, la educación y la asistencia social.
Estas experiencias internacionales demuestran que la participación ciudadana puede ser un instrumento poderoso para fortalecer la democracia, mejorar la gestión pública y promover el desarrollo sostenible. Para que la participación ciudadana sea efectiva, es necesario que exista un marco legal claro y favorable, que se promueva una cultura de diálogo y colaboración entre el gobierno y la sociedad civil, y que se fortalezcan las capacidades de las organizaciones ciudadanas.